Ni el chocolate me sabe dulce después de besarte.
Las estrellas fugaces andan hartas de escuchar cada noche tu nombre, y es que los yogures de fresa no están tan buenos como tú; ni las mandarinas tienen tu sonrisa; ni a los magnum doble de caramelo que ya no existen se les echa tanto de menos como a ti en un solo día. Es decir, que los encantadores de serpientes toman tus andares como punto de referencia y ni un chocolate con churros ni un bote entero de nocilla tienen nada que hacer contra uno solo de tus besos. Estás en la boca y en los sueños de tantas que solo se cagan en mi madre o en la tuya, por no poder ponerle carne, sudor y besos a sus fantasías.
Esos besos que me das(L.
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